Una de las características que tiene Duendes como club es el fanatismo por el rugby. Uno de los ejemplos que siempre sale a la luz es el de Juan Imhoff, un consagrado en Europa, quien llega como cualquier hijo de vecino se pone los cortos y hace vida de club como si nunca se hubiese ido. El sábado, por ejemplo, alentó al primer equipo en el clásico ante Jockey y antes de sumarse al plantel de Los Pumas Seven también se hizo un tiempito para estar con las divisiones juveniles.
—¿Qué sentís cada vez que venís al club?
—Una felicidad plena... Yo encuentro la felicidad en Duendes. Eso de volver es un poco nuestra historia. Yo no lo hago por hacerlo, sino porque lo he visto hacer. Este es un club chico, una gran familia, en la que uno encuentra la felicidad. Si no hubiese sido por el club yo no hubiese tenido un medio para expresarme, porque jugar al rugby es lo único que hago. Acá me dieron la posibilidad de hacerme de un nombre, forjar una personalidad y también llevar el club a otros lugares. Y nuestra historia es eso, irnos para volver al club. En el tiempo que estamos afuera juntamos información y la traemos. No esperamos terminar la carrera, nos guardamos unos años para volver y disfrutar de esto. El fanatismo define al club y es eso, es volver no para seguir sacando sino para devolver un poco de todo lo que me dio.
—Te queda algún sueño por cumplir?
—Sí, volver a jugar en Duendes. Muchas noches me duermo pensando cuándo voy a volver a jugar en el club. Lo hablo con mi novia y con mi familia y me da miedo mi ansiedad, en que el momento no llega. Cada vez estoy más ansioso por volver... ojalá se dé pronto.
—¿Estas en una etapa de tu vida fantástica, jugando en un nivel excepcional en Europa y vos soñás con volver a Las Delicias?
—Uno siempre sueña con volver. Esta es mi casa. Y si hay algo porque no vuelvo es porque creo que a Duendes lo mejor que le puede pasar hoy en día es que yo siga en Racing sumando todo lo que pueda para que el día de mañana pueda volcarlo acá. Sería una falta de respeto decir que dejo de jugar el rugby profesional porque extraño. Dios en la vida nos da un don y el que logra descubrirlo tiene que aprovecharlo. Sino habla de un egoísmo y una displicencia hacia la vida para la que yo no fui educado ni en mi familia y mucho menos en este club.
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