la jugada.

Friday, November 25, 2016

Rugby anateur y el daño del alto rendimiento




Rugby “amateur” y el daño del alto rendimiento.

El mal del alto rendimiento en los clubes de deporte amateur. El rugby argentino. Un análisis y una opinión sobre la base de un estudio estadístico internacional publicado por Thieme.
Cuando contamos con estadísticas, tenemos a mano datos objetivos de la realidad capaces de avalar o fundar de alguna manera una opinión y en ocasiones, desmitificar algunas otras.
Se habla mucho estos días de las graves lesiones que se vienen produciendo en el deporte, mas precisamente, en nuestro medio argentino, en el rugby. Estamos frente a un nuevo “furor temático” a partir de un caso traumático. Cada tanto, ante uno de estos casos (con consecuencias fatales o de cuadriplejia) se activa el tema, dura unos días a partir de que se produce la fatalidad o lesión grave de algún jugador de un equipo con cierta influencia social o mediática y luego merma hasta extinguirse hasta el próximo accidente grave. El show debe seguir. Mientras tanto, en el derredor de la noticia trágica se crean algunas comisiones de estudio, de cambios de reglamentos, se vierte todo tipo de opiniones, se echan culpas recíprocas, se lavan responsabilidades y finalmente la actividad riesgosa sigue su curso, al ritmo de la industria del espectáculo de masas que, habiendo ya “coptado” las uniones y federaciones, rige los reglamentos y los “fixtures” cada vez mas exigentes, extensos e impostergables (para pingue negocio económico y desarrollo de los partícipes de esa industria, claro).
Algunos datos estadísticos.
A propósito de esto, llegó a mi conocimiento un reciente e interesante trabajo que compila información estadística de lesiones en espina dorsal en actividades deportivas (sean estas en espectáculos de alto rendimiento o en situaciones recreativas).
Se trata de un estudio estadístico publicado por la organización editorial Thieme en el marco de su servicio Thieme Connect diseñado para sustento de investigadores vinculados al campo de la medicina, proveyendo información “online” y acceso a publicaciones y libros electrónicos.
En ese marco, dentro de la séptima edición de la “Global Spine Journal” (Revista Especializada en Espina Dorsal) se destaca un estudio realizado con intervención de profesionales en los ámbitos territoriales de Gran Bretaña, Estados Unidos, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda, Irlanda y Francia.
El estudio estadístico realizado con datos fidedignos (que podrán ser ampliados y completados) abarca un extenso período que va desde los años 2000 hasta el 2016 y se centra en la incidencia de las llamadas lesiones catastróficas en espina dorsal(“LCED”) en atletas que participan en actividades deportivas de contacto, ponderando incluso las posiciones y acciones de los jugadores y la utilización o no de equipo de protección (cascos, rellenos …).
Los alcances y definición de este tipo de lesión en el estudio. Sus víctimas, de “elite” o “recreativos”, en números estadísticos.
Una LCED crea un serio daño y sufrimiento a las personas y su tratamiento además resulta muy costoso desde lo económico. Comprende este término las lesiones con consecuencias fatales y aquellas que dejan discapacidad funcional severa y permanente.
Algo notable es que en el estudio referido se incluyen datos estadísticos correspondientes a los denominados atletas de “elite” (profesionales de alto rendimiento) y también a los denominados deportistas “recreativos”, pudiendo de allí sacarse conclusiones de importancia para las entidades que albergan unos u otros tipos de actores (es decir, entidades donde juegan “deportistas” amateurs y entidades donde trabajan “rugbistas” profesionales de alto rendimiento).
En este sentido, considerados cuatro estudios realizados en Australia, Francia y Sudáfrica relativos al rugby a nivel total, es decir, “mezcladas” las categorías (sumando los rugbistas de elite y los deportistas recreativos), la tasa de LCED varía (según cada estudio) desde 1.4 a 7.2 casos por cada 100.000 jugadores en riesgo en cada año calendario. En estos casos, en el scrum se reportan entre el 30 y el 51% del total de LCED en Rugby Union vs. 0 a 4% en Rugby League donde el scrum no es disputado como en el Rugby Union. El tackle reporta entre el 29 y el 39% de las lesiones en Rugby Union y 78 a 100% en Rugby League.
Pero cuando se analizan los resultados en modo separado (esto es: atletas de elite por un lado y deportistas recreativos por otro) se desprende a lo largo de todo el estudio que las denominadas LCED son infrecuentes entre los atletas de “elite” (profesionales). Por exclusión, los deportistas “recreativos” son los que mas sufren en proporción este tipo de lesiones catastróficas; la relación llega a ser de 0 a 7 en ciertos casos.
Otra conclusión determinante del estudio es que el uso de equipos de protección no garantiza que evite o disminuya este tipo de lesiones.
Datos que desmitifican algunas presunciones que ven la solución del problema en la reglamentación del scrum.
Es fácil inferir, de los resultados descriptos mas arriba, que en el scrum a menudo se producen alrededor el 50% de este tipo de lesiones. Pero el otro 50% se produce en otras instancias del juego. Por ejemplo, ciertas estadísticas de algunos países en ciertos años, muestran al “tackle” o al “ruck” o al “maul” como situaciones, tomadas cada una de allas por separado, en las que se produce alrededor  del 30% de este tipo de lesiones.
Se concluye entonces que es falso que en regulaciones “bien intencionadas” relativas al scrum esté la solución a este doloroso problema. Por mas que se “vigile” o anule el scrum, el restante 50% de las situaciones en las que se producen lesiones catastróficas seguirán ocurriendo. Por lo tanto, sea en un “tackle” o un “ruck” o “maul” o cualquier otra instancia del juego, seguirían llegando una a una las lesiones catastróficas.
La cuestión general de las lesiones abonada por los datos específicos del estudio en cuestión:
Sabido es que, excediendo el marco de este estudio estadístico, el modelo de alto rendimiento en general es nocivo para la salud del “rugbista”, entre otros aspectos, a mas de los accidentes, por el excesivo desgaste físico que se manifiesta en las articulaciones producto del sobrepeso artificial y por los protocolos médicos especiales que se utilizan para la rápida recuperación de todo tipo de lesiones de estos actores de un show que es cada vez mas extenso y mas intenso y exige cada vez mas a sus actores.
Una problemática de la cual son víctimas principales los deportistas amateurs. Una urgente solución que desde hace tiempo deben encarar los dirigentes de las entidades deportivas amateurs.
El carácter nocivo y altamente riesgoso del rugby de hoy tomado en su totalidad radica en su “concepción como actividad de alto rendimiento”.
Esta concepción útil y conducente al “negocio o industria del espectáculo de masas” es la causa de mayor riesgo de accidentes trágicos y daños permanentes en la salud. Lo mas lastimoso, como lo muestra la estadística que comentamos, es que, paradójicamente, sus víctimas no son mayormente los rugbistas de “elite” sino los que van al club de su pueblo o a una escuela a practicar deporte en modo “recreativo”. El deportista amateur.
En el ámbito local porteño lo vemos a menudo. ¿Cuántas sillas de ruedas se ven al borde de los clásicos del Top 14, víctimas de este modelo de alto rendimiento que tonifica toda la actividad, cuando supuestamente estos jóvenes iban a recrearse?
Ver el problema. Salir del encandilamiento del espectáculo deportivo impuesto por la publicidad del show, el interés económico y su consumo.
Como inferimos de las estadísticas, la solución a este grave problema no radica en la sofisticada normativa del scrum en reglamentos de las uniones. Pues aun eliminado el scrum, el alto rendimiento seguirá cobrando víctimas.
Lo primero que creo hay que advertir y reconocer es que el problema radica en haber convertido un deporte (recreativo) en una actividad seria, de alto rendimiento, con un modelo hegemónico que cubre y signa todas las categorías por igual, con un mismo reglamento, una misma ética que va mutando rápidamente, un mismo semblante único ligado al show y a una concepción de éxito basada en puros resultados, intentando que todos los jugadores “federados”, sean de “elite” o amateurs, se “adapten” a las reglas y exigencias que impone el espectáculo de alto rendimiento. Es que todos son el “semillero” de donde se alimenta la industria del espectáculo.
O acaso, ¿no es el mismo reglamento el que se impone a un partido en las mas altas esferas de la World Rugby que al de un encuentro en un fin de semana en el grupo IV de la URBA? ¿No es el espejo de las mas altas figuras del show internacional transmitido por TV en el marco del Rugby Union en donde se miran los jugadores jóvenes de un club del barrio donde se practica rugby ligado a la URBA?
El error en que incurre la dirigencia de las uniones y clubes amateurs es pretender aplicar un reglamento y “permitir” practicar una actividad de alto rendimiento destinado a rugbistas de “elite” en lugares no preparados y lo que es peor, no constituidos en su origen, para practicar una actividad con semejantes condiciones reglamentarias y de exigencia. Esto es lo que pasa en los clubes amateurs de la Argentina, copados por ese modelo que destroza cada vez con mas agresividad la salud de los jóvenes (incapaces a sus 20 años, de discernir el riesgo brutal que la actividad trae aparejada en esas condiciones ni de percibir el desgaste excesivo en sus físicos) ante la mirada impávida, distraída o interesada en el espectáculo, de los mayores.
En los ámbitos del deporte verdadero (1), el que se juega por esparcimiento y para beneficio de la salud de los jugadores (también llamado amateur), son los dirigentes los que tienen mayor responsabilidad tanto en los clubes o entidades donde se practica, como en las uniones que integran, para tomar cartas y definiciones en esta cuestión.
En el rugby argentino de Buenos Aires, a mas de lo impropio de permitir que sus jugadores sean recursos humanos gratis de una industria que los utiliza para su negocio (TV, secciones de diarios y revistas, sitios especializados, proveedores de bienes y servicios para el show, intermediarios y trabajadores de la publicidad, representantes de jugadores en mercados del exterior … ), los clubes están perdiendo su espíritu de sana competencia amateur y de actividad lúdica, seducidos por los lineamientos de la industria de alto rendimiento y hasta cediendo sus escenarios para emular las mas altas competencias y los espectáculos deportivos con fines comerciales.
Mientras tanto, a mayor exigencia creciente, las lesiones siguen cayendo sobre los jugadores cada vez con mayor intensidad y frecuencia.
Los dirigentes de los Clubes, socios, padres y referentes de jugadores menores y jóvenes, debemos “asumir la responsabilidad” que nos cabe en esta hora en la que el rugby en la Argentina, por acción de la industria y en connivencia con ciertos dirigentes del rugby, ha mutado en una actividad de alto rendimiento (espectáculo deportivo), con ética, valores y riesgos muy diferentes a los del deporte verdadero (el amateur) (2).
Los trágicos daños a la salud de jugadores, que afectan grave y mayormente conforme la estadística traída, a los que practican el denominado deporte recreativo (amateur) están dando señales de que los clubes deportivos que aún siguen ligados al llamado Rugby Union, en el caso de Buenos Aires, a través de la UAR y URBA, están equivocando el rumbo. Muchos no caen aún en la cuenta de que con el “modelo hegemónico rugbístico de alto rendimiento” que viene bajando desde la World Rugby hasta el último club de una provincia, es nocivo para la salud de los jugadores, trae aparejados altos riesgos y por ende, contraviene los fines para los que fueron creadas y hoy perduran dichas instituciones: Mente sana en cuerpo sano, sociabilidad, complemento de la educación y formación (3).
Siempre habrá riesgos en todo lo que hacemos. Pero intentar evitarlos al máximo es nuestra responsabilidad.
En el caso del rugby argentino (el de la UAR y el de la URBA) el modelo de alto rendimiento continuará y seguirá su curso a través de estas ligas ya copadas y dirigidas por la industria. Es un proceso que no podrá revertirse desde los clubes o entidades amateurs acorde con lo ocurrido ya en otras experiencias deportivas (fútbol o boxeo profesionales …)
Lo que si es factible (y ya ocurrió en la historia del deporte de nuestro país) es que las entidades y clubes amateurs (recreativos) que así se definen, asuman su esencia y su misión y abandonen esas ligas (lease, en el plano de Buenos Aires, URBA-UAR) ya coptadas por la industria del espectáculo y que hicieron mutar la actividad deportiva en un show de alto rendimiento.
Los clubes y entidades deportivas podrán seguir su camino, creando nuevas uniones o federaciones con otros clubes o entidades que entiendan y conciban el deporte verdadero, el recreativo, al que pueden acceder todos, con los fines de esparcimiento, salud y educativos que encarnó por décadas el rugby argentino y que hoy está inmerso en la peor crisis sometido a los cánones de la industria en detrimento de los jugadores y entidades “amateurs” (4).
Francisco Lynch
Notas: El estudio citado en el artículo puede verse en: https://www.thieme-connect.com/products/ejournals/abstract/10.1055/s-0036-1586744
Vinculados a esta temática:
(1) https://flynchglobal.wordpress.com/2014/11/24/cual-es-el-verdadero-deporte/
(2) https://flynchglobal.wordpress.com/2016/06/10/etica-y-valores-deporte-o-espectaculo/
(3) https://flynchglobal.wordpress.com/2014/04/08/alto-rendimiento-vs-deporte-amateur-un-saludable-punto-de-vistahigh-performance-vs-amateur-sport-a-healthy-point-of-view-2/
(4) https://flynchglobal.wordpress.com/2016/04/27/deporte-espectaculo-y-el-desfalco-de-los-clubes-deportivos-o-no/

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