La imagen es de anteayer. Feriado y posterior a la final, una final que Tala perdió en su cancha ante La Tablada. Ni el feriado ni la derrota impidieron que Gonzalo Soria llegara hasta su club a limpiar las tribunas.
Seguramente lo hizo arrastrando las piernas agotadas por el esfuerzo y con el corazón estrujado de dolor. Pero algo está claro: él, el Puma Soria, no perdió. Tampoco perdieron sus compañeros que lo acompañaron en la tarea de limpieza. El amor por el club es más fuerte que una vuelta olímpica que no pudo ser.fuente:.talarc.com.ar

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